Su martes de suerte
"Era martes, pero estaba claro que no iba a ser un martes cualquiera. Mi pequeño pueblo, antaño tan pacífico y apacible, estaba siendo sacudido por el miedo. Entonces, todavía no lo sabíamos, pero la muerte también sacudiría nuestros cimientos durante años. Pocos días antes, un general había sublevado a sus tropas en África, contra la República que nos gobernaba. A mí, la política nunca me importó demasiado. Para más de uno, era una cuestión por la que morir y, sobre todo, por la que matar. Y así fue como llegó ese martes, que estaba claro que no iba a ser un martes cualquiera. El ambiente se encontraba enrarecido y más de uno ni se atrevía a salir de su casa. Mucho menos, cuando alguien avisó de la llegada de un coche por la carretera. Yo lo vi desde la ventana de mi cocina, cuando ya había parado en la plaza del pueblo. Recuerdo perfectamente como de él bajaron cinco milicianos armados con escopetas. Uno de ellos también llevaba una pistola al cinto y parecía ser el que da