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¿Qué es el tránsito hacia el olvido?

No todas las vidas pasadas han estado protagonizadas por reyes, ricos e intelectuales famosos. La mayoría de ellas responden a hombres, mujeres y niños desconocidos, que a pesar de su anonimato guardan historias extraordinarias. Estas no son meras anécdotas del pasado, sino que han configurado parte de nuestro ser actual. Lo que hoy en día somos, con nuestros defectos y nuestras virtudes, es consecuencia de la existencia de millones de vidas pasadas, de las que siempre tenemos algo que aprender. A ellas nos debemos como sociedad y rescatar sus vidas del transito hacia el olvido, en el que todos estamos incluidos, es una forma de dejar constancia de estas; pero también es una forma de conocer de dónde venimos. Para ello, para dar luz a alguna de estas anónimas pero extraordinarias vidas, parte del trabajo consiste en humanizarlas. Que no sean simplemente un nombre y un conjunto de datos, sino una persona de carne y hueso con sus sentimientos e inquietudes es también fundamental en

Las montañas de la libertad. Ricardo Pes Bandres, una vida en la frontera.

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Durante la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista cientos de miles de personas se vieron obligadas a cruzar los Pirineos ilegalmente para exiliarse en territorio galo. Sin embargo, una vez en Francia los problemas no solían terminar, determinando que algunos de ellos se vieran inmersos en una espiral en la que se alternaban múltiples entradas y salidas del país. Ricardo Pes Bandres lo haría hasta en cuatro ocasiones. Población civil  tras cruzar a pie los Pirineos durante la Bolsa de Bielsa. Abril de 1938. Fuente: Ayuntamiento de Bielsa. Las montañas son asociadas con la libertad que experimentan aquellos que practican cualquier tipo de deporte en sus laderas. Sin embargo, en contextos complejos – donde imperan la violencia y las opiniones políticas pueden conllevar la muerte – esta libertad intrínseca a la orografía adquiere un matiz determinante. Todavía más si las montañas de las que hablamos son los Pirineos. Su delimitación fronteriza, marcando el

EL MALO

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Se llamaba Francisco Berges y era jornalero. Se llamaba Francisco Berges, pero durante su vida todo el mundo le conoció por su segundo apellido. Lagén le llamaban, pues también este era el nombre de su casa. De esta forma, a Francisco Berges se le conoció en vida como Lagén; sin embargo, los pocos que todavía conservan un breve recuero de él en su memoria, nunca se refieren a su figura como Lagén o como Francisco Berges. Siempre lo hacen, sin excepción, con un sobrenombre póstumo que fagocita a la persona. Un título que prejuzga cualquier añadido posterior y que incluso consigue que se tema su débil invocación. Francisco Berges fue conocido como Lagén; no obstante, yo siempre he sabido de él como “el malo”. Simple y contundente. La historia de Francisco Berges “el malo” (1907, Salas Altas – 1939, Albatera) ha permanecido ligada a su pasado como anarquista y como asesino, en concreto como el asesino del secretario de Salas Bajas (Huesca). Investigar si tras el sobrenombre de “el

RECÍTAME UN HORIZONTE SIN CERRADURA Y SIN LLAVE

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¿Qué es un preso político? Esta pregunta lleva varios días rondando en mi cabeza, pues ante la situación política actual, con medio gobierno catalán entre rejas, el término “preso político” parece que va a desgastarse por sobreuso. Lo realmente triste es que no conozco a nadie que pueda darme una descripción, en la que no quepa más que un matiz o dos, de lo que es un preso político. Se podría suponer que, en España, todo el mundo debería estar al tanto de qué es un preso político. No podemos, y no debemos, olvidar que durante casi cuarenta años las cárceles de este país estuvieron repletas de gente cuyo único delito era pensar en contra de lo establecido. Aun así, parece que la llegada de la democracia, con todas sus libertades intrínsecas, ha borrado de un plumazo hechos de nuestro pasado que bajo ningún concepto deberíamos haber olvidado. De esta forma, ya no sabemos definir a un “preso político”. Por ello, mientras unos mandan mensajes de apoyo, a los que consideran en la cárcel

EL DELITO DE PERDER

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“En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. El Generalísimo Franco. Burgos, 1° de abril de 1939.” Con este escueto parte el bando sublevado contra la República anunciaba su victoria. Llegaba el final de la Guerra; pero no la paz.  Comenzaba, una era inmersa en una política de represión y exterminio, que se saldaría con unos 30.000 muertos durante la postguerra, por injerencia directa del nuevo régimen. Fusilados, fallecidos por las malas condiciones en las cárceles, accidentados en trabajos forzosos...  Uno a uno, hasta sumar 30.000. La mayoría con una historia anónima que nunca será contada.    Afiliado a la CNT, Jacinto Coscojuela Mur (Costean, 1916- Cárcel de las Capuchinas, 1939) estuvo presente en la colectivización anarquista que se inició en su pueblo tras el inicio de la guerra. De esos días provendría la acusación que, en un juicio sumarísimo (un consejo de guerra s

CUANDO FUIMOS REFUGIADOS

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La memoria es frágil, débil; como un sueño. Europa en su conjunto y España en particular no recuerda que hubo un tiempo en el que fuimos refugiados. U n tiempo pasado en el que familias enteras se agolpaban en las carreteras y andaban en largas filas, unos detrás de otros, cargando todo aquello que podían llevar en sus hombros. Un tiempo pasado; pero no lejano. No se trata de sucesos acontecidos en la Edad Media ni en el siglo XVIII. Es la cruda realidad de los padres y abuelos de las generaciones que, a día de hoy, pueblan este continente. Alemania, Polonia, Rusia, Italia, Bélgica, Holanda o Francia se llenaron de refugiados tanto durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial como al final de la misma. Durante el siglo XX, la península Ibérica no se libró de los conflictos bélicos y, por tanto, tampoco de ver a parte de su población convertida en refugiada de la noche a la mañana. Algunos no lo recuerdan, otros lo intentan olvidar e incluso podemos encontrar a aquellos que luch

EL FRÁGIL EQUILIBRIO DE UNA VIDA DE SUPERACIÓN, TRABAJO Y ESFUERZO

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La vida de Valentina Valle (1902-1995) es la vida de una charnega afincada en la ciudad Condal durante los convulsos años de la Segunda República y de la Guerra Civil. Algo más de quince años que pueden ser condensados en 4 fotografías. José Sánchez Jimenez (Cádiz 1902 – batalla de Madrid 1936) marido de Valentina y padre de sus tres hijas. Por un lado, una foto de José en Barcelona a finales de los años 20. Tras su pose y la aparente elegancia de su vestuario se esconde la humilde vida de un inmigrante dedicado a la venta ambulante de verduras. Por otro lado, José Valle (izquierda) aparece vestido de miliciano en la calle Alcalá de Madrid con fecha de octubre de 1936 . Esta sería la última fotografía de José, pues sería dado por desaparecido en la decisiva batalla de Madrid, pocos días después de la toma de dicha instantánea. Miguel Valle Miguel, hermano de Valentina, acompañado de dos de las tres hijas de esta. M

EL QUE SE FUE A CUBA

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Miguel Valle Canudo nació en Buera (Huesca) el 29 de septiembre de 1876 y falleció, cuatro décadas después, en una fecha indeterminada, en un lugar indeterminado, convirtiéndose para siempre en el que se fue a Cuba. Campesino de profesión, militar por obligación en la guerra de Cuba durante tres años, empresario frustrado, involucrado en un asesinato y finalmente asesinado. Poco más de 40 años fueron suficientes para viajar dos veces a la joya de la corona del Imperio español; y para arruinarse tanto allí, como en su tierra natal. El que se fue a Cuba. La historia de una vida anónima reconstruida a partir de documentos como estos. Cuba quedaría lig ada a Miguel Valle desde que en su juventud fuese enviado a las Antillas para luchar contra la insurrección que estalló en 1895 en la isla. En la imagen podemos observar el documento que acredita la entrada en Caja de Miguel Valle y que nos ofrece una información importantísima (ante la ausencia de fotografías). El que se fue a