EL DELITO DE PERDER
“En el día de hoy, cautivo y desarmado el
Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos
militares. La guerra ha terminado. El Generalísimo Franco. Burgos, 1° de abril
de 1939.” Con este escueto parte el bando sublevado contra la República
anunciaba su victoria. Llegaba el final de la Guerra; pero no la paz. Comenzaba,
una era inmersa en una política de represión y exterminio, que se saldaría con
unos 30.000 muertos durante la postguerra, por injerencia directa del nuevo
régimen. Fusilados, fallecidos por las malas condiciones en las cárceles,
accidentados en trabajos forzosos... Uno a uno, hasta sumar 30.000. La mayoría con una
historia anónima que nunca será contada.
Afiliado
a la CNT, Jacinto Coscojuela Mur (Costean, 1916- Cárcel de las Capuchinas,
1939) estuvo presente en la colectivización anarquista que se inició en su
pueblo tras el inicio de la guerra. De esos días provendría la acusación que,
en un juicio sumarísimo (un consejo de guerra sin ningún tipo de garantías),
acabó condenándole a muerte en el verano de 1939. Atrapado en la costa
mediterránea tras el golpe de Estado de Casado, Jacinto fue detenido y
trasladado a la Cárcel de las Capuchinas de Barbastro. Allí, ya sentenciado a
la pena capital no se resignó a esperar lo inevitable y junto con un grupo de
presos intentó fugarse. La contundente aplicación de la ley de fugas acabó con
su vida el sábado 19 de noviembre de 1939 un poco antes de las 18 horas. La jornada
se saldaría con otros dos fallecidos y con tres presos huidos.
El día que murió, Jacinto, vestía camisa
blanca a rayas, chaqueta azul, pantalón caqui, calcetines negros, calzoncillos
blancos y al pie, alpargatas blancas. El disparo que acabó con su vida le
atravesó el hemitórax derecho, causándole una intensa hemorragia interna,
mortal de necesidad. En sus bolsillos, se halló una carta escrita por su
familia en la que le decían, en referencia a su situación: tenemos que llevarlo con paciencia, porque con paciencia de todo se
sale.
Disposición
de los cadáveres según el informe elaborado por la administración de la cárcel
de las Capuchinas de Barbastro. Jacinto Coscojuela corresponde al cadáver
señalado con el número 1.
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“Diligencia de
enterramiento.
Traslado este juzgado al Cementerio de esta ciudad y una vez verificada
la autopsia se procede al enterramiento de los tres cadáveres que son colocados
en una fosa común en el siguiente orden: Francisco Claver Salinas, Jacinto
Coscojuela Mur y José Carrera Ardanuy. Dicha fosa es de un metro de
profundidad, metro y medio de anchura, y metro y medio de largura. Se encuentra
a diez metros del paseo, en el primer cuartón de la derecha, segunda sepultura,
a unos quince metros de los nichos del lado de la puerta.”
Localización del cadáver de Jacinto Coscojuela Mur. |
Familia Coscojuela Santaliestra. Tan solo la represión franquista de postguerra evitó que Jacinto apareciera en la instantánea. Década de los años 40. |
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